Quiero presentarte hoy una terapia de la que me enamoré el día que tuve entre mis manos los pies de mi hija, una preciosa niña con autismo. Fue entonces cuando pude ver todo su poder. Fui consciente de la reacción de su agredido organismo a algo tan sencillo pero a la vez tan efectivo como la Reflexología. Me costaba creer aquello , una puerta, por fin, se abría ante mí. No solo podía ayudarla a nivel físico, también había aprendido un idioma que las dos entendíamos.
Si quieres seguir leyendo este artículo, puedes hacerlo en la web de la Revista Espacio Humano, donde fué publicado en Julio de 2011. www.espaciohumano.com
miércoles, 27 de febrero de 2013
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